De Pas(e)o por el volcán de Las Nueces
Este verano no se quita la calima – siempre queda un resto de polvo en el aire y complica la vida de un fotógrafo. Pero ya no quiero esperar, agarro mi equipo y me monto en el coche.
Hace poco he leído un artículo interesante en el Blog de Agustín Pallarés Padilla con respecto a las erupciones de Timanfaya (Volcanes del siglo XVIII en Lanzarote) y me di cuenta que el pequeño cráter del gran volcán de Las Nueces no lo he visitado en años.
Me acerco a mi destino por La Geria, la calima está en aumento, dejando una luz muy blanca, tragándose los colores del paisaje. Cojo la carretera a Tinguatón y freno: acabo de ver un escenario alucinante.
Monto mi tele-zoom 70-200mm y retrocedo en la carretera a pie hasta encontrar el ángulo adecuado:
Contento con estas primeras tomas retomo la carretera y aparco a pie de Montaña Colorada. Desde la carretera el volcán de Las Nueces no parece demasiado espectacular y la gente suele pasar sin prestarle mucho atención.
Se me ha hecho algo tarde y subo con buen paso por la ladera noreste del cráter. Al llegar arriba estoy algo desilusionado: a contraluz no se percibe realmente la belleza del cráter y no tengo buen ángulo para mostrar la profundidad de campo – habrá que “crestear”.
Más avanzo, más me impresiona el paraje y se me están abriendo unas vistas preciosas al colorido interior del cráter. Un momento ideal para un Selfie:
Con el sol ya tan bajo soy consciente de que hoy no podré sacar las fotos que ofrece este paisaje volcánico, pero decido entrar en el cráter por un pequeño sendero.
Ya se me va el sol y queda este resto de luz que permite hacer resaltar los tonos y colores sin demasiados contrastes.
Decido regresar al coche y volver el día siguiente – pero más temprano.
Sobre las once de la mañana aparco en el mismo sitio y me dirijo de nuevo al volcán de Las Nueces, esta vez por su lado norte donde he visto unos hornitos impresionantes el día anterior. Llegando a los hornitos me doy cuenta de que se trata de varias bocas alineadas y conectadas por un tubo volcánico. ¡Precioso!
Subo por las distintas bocas para sacar una foto desde arriba.
Ya estoy cerca de la cresta del cráter y un senderito me lleva al punto más alto del volcán. Un viento violento me espera en la cresta y una vista de quitar el hipo:
Sigo por la vertiginosa cresta noroeste con mucho cuidado, teniendo en cuenta que una caída sería muy dolorosa (o peor). Pero no puedo resistir a tomar alguna foto en cuanto los escasos rayos de sol iluminan el fondo del cráter.
Por fin bajo sano y salvo y me encuentro en el mismo lugar donde he sacado los selfies el día anterior. Las nubes han desaparecido y una luz intensa ilumina el cráter.
El calor aprieta y el sol ya está muy alto – es hora de despedirse del volcán de Las Nueces con una última panorámica.
Algo cansado pero contento llego al coche. Los senderistas que acaban de dar una vuelta por Montaña Colorada me miran algo raro al aparecer del otro lado de la carretera. En definitiva, ha sido un paseo precioso por este pequeño-gran volcán, pero no recomiendo caminar por Las Nueces sin mucho experiencia en este tipo de terreno.
¡Hasta la próxima!